Autonomía relativa del Estado

Daniel Felipe Barrera y Santiago Pulido Ruiz

Desde la década de los 60’, el Estado ha sido el centro del debate político e intelectual en América Latina. Desde distintas perspectivas, se le ha intentado abordar más desde el punto de vista relacional de clases y de sus efectos sobre los procesos de democratización política que desde el punto de vista meta-teórico (lo que algunos autores han denominado la “teoría general del Estado”). Este carácter relacional de pensar las configuraciones estatales latinoamericanas ha estado atravesado por diversas irrupciones y sinergias políticas: desde los periodos de suspensión democrática, hasta los momentos de alta conflictividad social, pasando, también, por las aperturas democráticas alentadas por movimientos nacional-populares como estrategias incipientes de modernización e industrialización nacional.
Aquí nos interesa analizar la reinterpretación o relectura latinoamericana del concepto de autonomía relativa del Estado desarrollada por René Zavaleta Mercado y Luis Tapia Mealla. Para ambos autores, la autonomía relativa está relacionada con un doble movimiento: i. por un lado, encontrar los puntos de fuga de la concepción poulantziana respecto a la forma de determinar el grado de autonomía; ii. cuestionar la aplicabilidad del concepto para comprender la dinámica-configuración estatal en América Latina, especialmente, en contextos de subdesarrollo o dependencia.
Ahora bien, referirse a la categoría de autonomía relativa implica necesariamente hablar de Nicos Poulantzas. Fue el sociólogo greco-francés el primer autor en utilizar explícitamente la categoría dicha categoría en el marco de su ruptura con el estructuralismo althusseriano. Tras este distanciamiento en los 70’, Poulantzas postula su teoría regional de lo político, de esa forma, la autonomía relativa permite comprender las configuraciones estatales sin estar determinadas de un modo necesario por las condiciones económicas.
A diferencia de Marx, quien sostuvo en sus escritos periodísticos sobre el bonapartismo que la autonomía estatal es una cuestión coyuntural, para Poulantzas se convertiría en el rasgo constitutivo del Estado capitalista. Se trataría, por un lado, de la separación de la esfera económica y la política, por el otro, la independencia del Estado frente a las relaciones de producción y la clase dirigente.
Según Poulantzas (1986):

esa autonomía no es, pues, una autonomía del Estado frente a las fracciones del bloque en el poder, no es función de la capacidad del Estado de seguir siendo exterior a esas fracciones, sino el resultado de lo que sucede en el Estado. Se manifiesta concretamente –dicha autonomía– por las diversas medidas contradictorias que cada una de esas clases y fracciones –a través de su presencia específica en el Estado y del juego de contradicciones que resulta– consigue hacer adoptar por la política estatal, aunque sólo sea bajo la forma de medidas negativas: o sea, a través de oposiciones y resistencias a la adopción o ejecución efectiva de medidas en favor de otras fracciones del bloque en el poder (pp. 162-163).

Pese a un importante número de críticas, el concepto poulantziano de autonomía relativa inauguró una serie de reflexiones en la teoría del Estado y allanó el camino de las investigaciones marxistas sobre la cuestión política. Su eco también llegó a América Latina: justamente, fue René Zavaleta Mercado el primer pensador latinoamericano que se atrevió a discutir con el archivo europeo sobre la capacidad explicativa del concepto. Las primeras objeciones críticas que Zavaleta-Mercado empieza a desarrollar están íntimamente ligadas a las pretensiones universalistas de la Teoría General del Estado de Poulantzas.
Para el sociólogo boliviano, la metodología del trabajo de Poulantzas se mueve en la abstracción conceptual, son “categorías puras cerradas en un universo de categorías puras, con lo cual pierde su significación hacia afuera” (Zavaleta, 2009, p. 328). De ahí que Zavaleta-Mercado advierta que: “como en todo modelo superestructural, podemos obtener algunas series causales o líneas de agregación, pero en último término la teoría del Estado, si es algo, es la historia de cada Estado. Lo que importa, por tanto, es el recorrido de los hechos en la edificación de cada Estado” (2009, pp. 335-336).
Frente a una Teoría General del Estado, Zavaleta opone una radical historización de los procesos de construcción y configuración Estatal en clave latinoamericana o lo que en otros pasajes denomina como el análisis político del momento constitutivo del Estado. Antes que una teoría con aplicabilidad universal, es necesario hacer un rastreo histórico de la génesis del Estado: no se trata de construir un “modelo de regularidad para la superestructura con parámetros de reiterabilidad comparables al concreto de pensamiento que se supone que obtuvo Marx sobre el modo de producción capitalista” (Zavaleta, 2009, p. 324). En ese sentido, una teoría del Estado debe apuntar a patrones de regularidad con alcance intermedio.
De acuerdo con Zavaleta (2009):

Es por esto que las categorías intermedias, predominantemente históricas, como formación económico-social, bloque histórico, superestructura”, y en cambio modo de producción capitalista, considerado como modelo de regularidad se refiere a la unidad de esta historia o mundialización de la historia. Esto mismo es sin duda un obstáculo, no meramente argumental, para una «teoría general» (p. 326).

En ese orden de ideas, Zavaleta piensa la historia de los Estados latinoamericanos (especialmente Chile y Bolivia) a partir de las condiciones de autonomía de lo político y en clave de determinación estructural de larga y mediana duración. Esta es la razón por la que, según Zavaleta-Mercado, la historia estatal latinoamericana no evidencia una autonomía relativa en estricto rigor, ni mucho menos se presenta como un rasgo permanente del Estado moderno. Más bien, surge de forma contingente en momentos de alta conflictividad política.
Según Pimmer (2016):

Esto sugiere comprender la autonomía relativa no como rasgo constitutivo del Estado capitalista tout court, sino definirlo como resultado contingente de los correspondientes terrenos estatales y las luchas sociales que ahí se llevan a cabo. En qué medida y de qué manera los intereses de las clases dominantes influyen en la política estatal, es finalmente el resultado de la materialidad específica del Estado y de las luchas que se realizan en su terreno (p. 182).

Para el caso de América Latina (este es el punto ciego de la lectura poulantziana), la autonomía relativa se presentaba en circunstancias políticas de alta conflictividad social. No es un rasgo natural, sino que se da en situaciones en las que el movimiento social le imprime al Estado una independencia respecto a los intereses económicos de las clases dominantes. Son, fundamentalmente, momentos excepcionales. De ahí que Zavaleta prefiera utilizar la noción de “coyunturas de autonomía relativa” contraria a los momentos instrumentales del Estado. Estos momentos son resultado de tensiones, luchas sociales y formas de intervención en el terreno estratégico-relacional del Estado.
Es evidente que, para Zavaleta, las coyunturas de autonomía relativa son siempre una conquista del movimiento social. Es el resultado parcial de pugnas políticas que varían de acuerdo a la historia de cada Estado. Para el caso de la revolución nacional del 52’ en Bolivia, Zavaleta sostendrá que la autonomía relativa se expresaba en las transformaciones del régimen de propiedad de la tierra por medio de una reforma agraria y la lucha por la nacionalización de la renta minera en Bolivia. La coyuntura de autonomía relativa surge, entonces, en el marco de la disputa por quién se apropia del excedente de la renta minera: si se destina al gran capital transnacional-oligárquico o si apalanca la política de transformación social e industrialización nacional en Bolivia.
Zavaleta entendió como pocos que hablar de autonomía relativa en países subdesarrollados tenía poco sentido. Para él, la separación de poderes no ocurre de la misma forma en países subdesarrollados que en países desarrollados: la sujeción estructural, las relaciones de dependencia, sumado al ascenso de dictaduras reducían objetivamente la independencia del Estado. Especialmente, por las conexiones orgánicas que mantiene la oligarquía nacional con el gran capital transnacional. Al respecto, sostiene Zavaleta (2021):

Pero aun si el escenario de la construcción de la dominación quedará fuera la órbita imperialista, los sectores potencialmente dominantes difícilmente tiene el mismo grado de modernidad (corresponden a modos de producción diferentes) y, por consiguiente, tampoco crean fácilmente su «comité para el arreglo de sus asuntos comunes». ¿De qué forma de autonomía relativa podemos hablar aquí? (p. 114)

El debate abierto con Poulantzas le permite a Zavaleta hacer una relectura contextual de la autonomía relativa: por un lado, reconoce el invaluable aporte intelectual del autor greco-francés, pero, al mismo tiempo, toma distancia al evaluar en detalle los problemas del Estado latinoamericano y su complejo proceso de hibridación. Es decir, es un intento de asumir los retos políticos y conceptuales que requiere pensar las naciones latinoamericanas en condiciones de abigarramiento social (la sobreposición desarticulada de diversos modos de producción y la coexistencia de distintas figuras de autoridad propia de un estado aparente).
En ese sentido, Zavaleta denota que la universalización y homogeneización del Estado capitalista no fue uniforme en la región. Para él, el Estado capitalista realmente existente en América Latina no mantenía una correspondencia total o completa entre la economía (base) y la política (superestructura), lo que hacía difícil imaginar una autonomía relativa tal como la había pensado el canon europeo.

Un interrogante acerca de la medida en que el concepto de la autonomía e interdependencia relativa del Estado es aplicable a una formación social de base económica subdesarrollada, sobre los momentos o fases de la no correspondencia entre la superestructura jurídico-política y su base económica sobre la relación entre el órgano de poder y el nivel de conciencia de la clase” (Zavaleta, 2021, p. 103).

Tanto Zavaleta como Tapia sitúan sus reflexiones sobre la autonomía relativa en el centro de las disputas políticas de su tiempo. Para el caso de Luis Tapia, sus inquietudes intelectuales son incomprensibles si no se ubican durante el proceso electoral del 2005 y el proceso constituyente del año 2006 en Bolivia. Esta es la razón por la que el filósofo boliviano concibe la autonomía relativa como momentos-espacios en los que la dirección estatal se distancia de manera parcial respecto de las determinaciones estructurales y económicas expresadas de manera directa por la presencia de las clases dirigentes en el seno del Estado.
De ningún modo debe creerse que la idea de autonomía relativa en Tapia (2009) quiere decir que el Estado no responde a la reproducción de la estructura de clases en el capitalismo, todo lo contrario, es gracias a la autonomía relativa que la dominación capitalista se ejerce de forma mucho más eficaz: pues no es necesario velar “por los intereses de algunas fracciones solamente, sino por las mejores condiciones de reproducción ampliada del capitalismo como tal, en el conjunto de la economía y sus interacciones con otros espacios políticos y económicos” (Tapia, 2009, pp. 111-112).
Al igual que Zavaleta, Tapia cree que la consolidación de los Estados-nación en la región se ha dado gracias al avance de los procesos de autonomía relativa en el siglo XX. Casos como Chile, México y Bolivia han sido representativos, sin embargo (en esto también coincide con Zavaleta), dicha autonomía ha sido suspendida por intervenciones extranjeras con sólidos soportes oligárquico-nacionales. Según Tapia (2009), la coyuntura de autonomía relativa es “producida por un largo proceso de acumulación política a partir de una diversidad de procesos de movilización, de organización y de constitución de sujetos políticos” (p. 116).
Es evidente, en ese sentido, que tanto Tapia como Zavaleta indagaron sobre la autonomía relativa del Estado en clave latinoamericana, intentando mostrar los límites del canon europeo e historizando las producciones estatales regionales. Sin embargo, también profundizaron en las formas clásicas europeas en las que se presentaban las modalidades de dicha autonomía. Cerramos mencionando tales formas de autonomía (e intentando insinuar que es un campo de investigación de relevancia para América Latina):

  • La primera modalidad de autonomía es el bonapartismo. Según Tapia, ocurre cuando un líder se arroga la capacidad de dirección estatal. Sucede, generalmente, en circunstancias en las que la clase dominante es incapaz de auto-representarse y el líder emerge como una figura de mediación o una tercera vía.
  • La segunda modalidad se presenta por medio de la constitución de una burocracia política racional o el capitalista general: en este caso, se trata de una franja técnica que, a pesar de no ser parte del bloque dominante, es el garante de la reproducción ampliada del capital y del mantenimiento del estado de cosas.
  • Finalmente, la presencia de partidos obreros y socialistas en el gobierno: esta forma de autonomía florece cuando agrupaciones de izquierda (con fuertes vínculos con organizaciones sindicales y de trabajadores) acceden a puestos de mando al interior del Estado o representaciones parlamentarias, consiguiendo espacios de mayor inclusión de las demandas de los sectores populares en la distribución de la riqueza y reducción de las brechas de desigualdad social.

Bibliografía

  • Pimmer, S. (2016). La autonomía relativa en la periferia: reflexiones en torno al Estado en la obra de Nicos Poulantzas, René Zavaleta y Luis Tapia. De Raíz Diversa. vol. 3, núm. 6, 157-185.
  • Poulantzas, N. (1986). Estado, poder y socialismo. México D.F.: Siglo Veintiuno.
  • Tapia, L. (2009). La coyuntura de la autonomía relativa del estado. La Paz Bolivia: Muela del Diablo Editores-Comuna-CLACSO.
  • Zavaleta Mercado R. (2009). La autodeterminación de las masas. Bogotá: CLACSO.
  • Zavaleta Mercado, R. (2021). Horizontes de Visibilidad. Aportes Latinoamericanos Marxistas. Barcelona: Sylone, Viento Sur / Traficante de Sueños.