García Nossa, Antonio
Antonio García Nossa nació en Bogotá, Cundinamarca, el 16 de abril de 1912 y murió a sus setenta y dos años el 26 de abril de 1982. Se destacó intelectualmente en el campo de la economía, la historia y la sociología, además, fue reconocido por sus reflexiones estratégicas sobre el movimiento socialista en Colombia y la reforma agraria en América Latina. Su formación profesional fue, inicialmente, en Derecho y Ciencias Sociales: allí tuvo su primer contacto con el pueblo indígena nasa y misak. Esto abriría en García Nossa un amplio arco de preocupaciones teóricas en torno a la cuestión indígena y la democratización de la tierra en América Latina.
Durante la década de 1940, mientras dictaba cursos de economía en dos de las más importantes universidades de Colombia (Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Libre), participó activamente en la fundación de la Liga de Acción Política, movimiento del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán. Tras la muerte de este último (en 1948), las actividades políticas e intelectuales de García Nossa se caracterizan por una sistemática persecución del régimen.
Entrada la década de los 50’, participa, nuevamente, en la fundación del Movimiento Socialista y en la coordinación editorial del periódico El Popular. Diez años más tarde, sus aportes sobre la cuestión agraria se extienden por distintos países de América Latina, especialmente, en México, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador. De hecho, la recepción de García Nossa en América Latina tiene que ver, precisamente, con sus trabajos sobre la reforma agraria en el hemisferio.
Puede decirse que, por esos años, el trabajo intelectual de García Nossa giró en torno a los siguientes ejes: i. los estudios sobre la geografía y su relación con la economía política; ii. los estudios antropológicos-sociológicos sobre la cuestión indígena; iii. el análisis sobre la estructura de dependencia, la cuestión agraria en América Latina, el cooperativismo campesino y el imperialismo; iv. las investigaciones socio-políticas: la preocupación por la democracia total e indivisible, la organización y planificación socialista, la filosofía política y el Estado de servicio; v. los estudios biográficos, los medios de comunicación y las críticas del modelo universitario vigente.
Finalmente, entre los años 70’ y 80’, su trabajo se desenvuelve en la academia y en su militancia en la Alianza Nacional Popular. Como es evidente, García Nossa nunca separó su activismo político (en un sentido socialista) de su producción teórica e intelectual. Por el contrario, en ambas causas ofreció lo mejor de sí: una inteligencia extraordinaria combinada con una profunda reflexión estratégica del cambio social. Sin embargo, a pesar de sus enormes aportes (teóricos y políticos), corrió la mala suerte de ser un autor proscrito en el ambiente político y académico colombiano.
Sacarlo de la proscripción y reubicarlo como una de las más excepcionales mentalidades dialécticas del siglo XX es una de las tareas pendientes del pensamiento latinoamericano. Por tal razón, nos hemos propuesto abordar en este artículo el problema del populismo y la reforma estatal en América Latina.
García Nossa es, a nuestro juicio, uno de los primeros autores en insertar a Colombia en el ambiente intelectual latinoamericano. Consideramos que, en ese camino y de forma involuntaria, se tropieza con la tradición de lo nacional-popular (que surge con Mariátegui y se extiende con Zavaleta Mercado). Pese a no vivir en sentido estricto los ciclos populistas (por la excepcionalidad del régimen político colombiano), García Nossa se interesó tempranamente por las implicaciones de lo nacional-popular en la construcción de una estrategia socialista-revolucionaria. Sugerimos una línea de investigación poco explorada en los trabajos de García Nossa: aquella que vincula su pensamiento con lo nacional-popular. Para nosotros, su obra es un tipo de bisagra que conecta las tesis socialistas en Colombia con la experiencia latinoamericana de lo nacional-popular.
Para el economista colombiano, las experiencias nacional-populistas de su época, con las cuales mantenía profundas diferencias estratégicas, habían tenido la gran virtud de avanzar en toda una revolución pasiva e institucional. Según Nossa (2013), estos proyectos de inclusión de las masas populares al Estado modificaron, parcialmente, el cuadro desolado de la «democracia tradicional».
Sin embargo, no por ello dejó de advertir sobre los límites y frustraciones que acompañarían la experiencia populista. Este ciclo de gobiernos, aunque modificaron aspectos básicos de la “democracia tradicional”, no transformaron la estructura del poder ni las reglas institucionales. Sus cambios se limitaron a una nueva fisionomía parlamentaria y a un nuevo carácter representativo en el Estado.
Lo que se modificó “fue el elenco social de representantes, hasta el límite de tolerancia de las clases medias” (García Nossa, 2013, pág. 45). Esto se expresó en 5 dimensiones: i. ampliación del ejercicio del voto; ii. separación formal de los poderes del Estado; iii. respeto por la oposición y las libertades personales; iv. pluripartidismo y aceptación de normas de responsabilidad jurídica; v. ampliación del sistema de derecho. No obstante, la representatividad económica seguía reservada al control oligárquico-corporativo: (terratenientes, banqueros, comerciantes e industriales).
Los principios de la estructura económica eran irreformables. La estrategia populista consistió, pues, en una “democracia política sin cambios estructurales”. Esta situación prolongada de crisis anudaba en sí una contradicción: “la presión revolucionaria de las nuevas clases populares por ascender, escalando las murallas tradicionales del poder político; y la voluntad reaccionaria de las viejas clases, por conservar a toda costa [su] status de privilegio” (García Nossa, 2013, pág. 46).
Semejante nivel de conflictividad podría derivar en la transformación de los esquemas tradicionales del Estado oligárquico latinoamericano (poniendo fin a la situación prolongada de crisis estatal) o en la recomposición de las viejas estructuras sociales (tras abandonar su ethos nacionalista). Para Nossa, es claro que la situación se decantó por la segunda opción. El populismo frustró completamente su capacidad revolucionaria: “de ser aliadas del proletariado industrial y del campesinado, de la “inteligencia” universitaria y de las inconformes masas urbanas, fueron pasándose al campo de las viejas clases conservadoras, provocando una profunda crisis [partidista]” (García Nossa, 2013, pág. 52).
El APRA en Perú, Acción Democrática en Venezuela y el MNR en Bolivia serían reflejo de este proceso de descomposición interna. Antes que radicalizar el programa por la autonomía nacional, la integración y el desarrollo “desde adentro y desde ahora”, terminaron acoplándose al campo político de las clases dominantes: una vez llegan al Estado y se enfrenta al período de crisis extendida, renuncian a su carácter nacionalista y al núcleo integrador de fuerzas populares.
Es claro, entonces, que existió una incapacidad de los movimientos populistas para enfrentarse y encarar los cambios de estructura. Esto obedece, en gran medida, a la modificación (una vez en gobierno) de su composición social (es decir, al desplazamiento de las bases populares y de su contenido nacionalista hacia los marcos tradicionales de la oligarquía) y a la penetración de intereses ligados a la sociedad tradicional y a la inversión extranjera (García Nossa, 2013).
De modo tal que la articulación de la nueva burguesía con élites intelectuales de clase media condujo, rápidamente, a la desmovilización política y social. A pesar de las ampliaciones político-democráticas, se terminó “[re]insertando la economía del hemisferio dentro de los engranajes de una nueva estructura colonial (García Nossa, 2013, pág. 21). Se trató de un mecanismo ideológico en el que se hipotecó las posibilidades de autodeterminación nacional y desarrollo económico: “no tendió a la conquista de la independencia sino a la modificación de las relaciones de dependencia” (García Nossa, 2013, pág. 21).
La primera derrota del populismo ocurrió, entonces, en sus propias filas: al instaurar un proceso acelerado de recomposición de las clases dominantes. Las clases populares y la clase media perdieron la oportunidad de convertirse en clases gobernantes y dirigentes del proceso de «democracia auténtica, económica, política y social» (García Nossa, 2013), en su lugar, reaparecieron los viejos cuadros oligárquicos como sostén al periodo de relativa crisis. Esta idea de recomposición oligárquica no está muy lejos de la concepción zavaletiana de la reconfiguración oligárquica del Estado (Zavaleta-Mercado, 2009).
En ambos casos se reconoce que los regímenes populistas modificaron la composición social de los parlamentos latinoamericanos. Sin embargo, a nivel de Estado, se absorbía la dirección de los movimientos populares y de trabajadores, mientras que, paralelamente, se entregaba “sin vacilación el grueso del excedente a la burguesía no gobernante” (Zavaleta-Mercado, 2009, pág. 332). Se trata de una sucesión de comportamientos estructurales e instrumentales en el Estado en el cual el reclutamiento de las clases políticas tiende, cada vez más, en un sentido oligárquico, al tiempo que decae su poderío hegemónico en el Estado.
El nudo ciego que no se atrevió a romper el populismo estuvo relacionado con: procesos ampliados de industrialización; redistribución del poder social; y reasentamiento del Estado representativo sobre anchas bases sociales. Esto generó un efecto tanto de frustración como de desmovilización social: el mantenimiento de la estructura tradicional de poder condujo no solo a “que las nuevas clases sociales [proletarios y campesinos] aceptasen un status de conformismo y dependencia, sino que renunciasen a su conciencia de identidad social, a sus aspiraciones de organización, a su justificado anhelo de poder” (García Nossa, 2013, pág. 54).
En tales condiciones, la reforma del Estado, la planificación económica y la construcción de una democracia “autentica” solo podrían ser conquistas revolucionarias obtenidas “por imposición o por asalto, desplazando a las clases ricas como el agua de las esclusas cuando se aplica corriente de alta presión” (García Nossa, 2013, pág. 75). Aquí, García Nossa señala lo que bien podría ser la piedra angular de los programas políticos revolucionarios, pero que, paradójicamente, se convirtió en su defecto trágico: la construcción de una estrategia de “asalto” del Estado en un sentido de ruptura histórica con las clases políticas dominantes.
La obra de García Nossa es expresión de la ilusión y el desencanto con los gobiernos nacional-populares o nacional-populistas, pero también un arma teórica para abordar los problemas de nuestra época. Siempre advirtió que, detrás del reformismo liberal, se ocultaba una estrategia de preservación de las hegemonías tradicionales en el que se seguía negando la posibilidad de que un nuevo poder, salido de abajo y de adentro, se hiciera de la conducción-dirección del Estado.
De allí que no tuviera prevención alguna en proponer una alternativa socialista para América Latina: el socialismo sería, desde su perspectiva, un sistema de vida que aseguraría el sentido humanista-colectivo de la economía y el valor trascendental de las libertades. Para esto, los movimientos revolucionarios no debían reducir la transformación estatal a una cuestión de reorganización doméstica, sino que debían integrar “el problema del comportamiento nacional frente a las estructuras de dependencia externa y a las múltiples formas de colonialismo” (García Nossa, 2013).
García Nossa fue, en ese sentido, un pensador de las contradicciones cíclicas del capitalismo global, pero también un fuerte crítico del horizonte emancipador de las élites criollas y su “democratización parcial sin cambios estructurales”. Aun así, nunca desconoció los avances en la incorporación de las masas populares al Estado, ni tampoco dudó de que el proyecto socialista pudiese superar los estrechos límites del reformismo. Su trabajo, en ese sentido, permite pensar lo nacional-popular antes y después del nacionalismo populista.
Nuestras izquierdas tienen una gran deuda con su pensamiento. Buena parte de sus preocupaciones político-intelectuales asaltan nuestro tiempo y su obra, a pesar del olvido, sigue brindando luces estratégicas sobre la reorganización del movimiento socialista. Es necesario volver sobre él, reactualizar su pensamiento y recuperarlo como figura de inspiración para nuestras nuevas generaciones de militantes.
Bibliografía
García Nossa, A. (2013). Dialéctica de la democracia. Sistema, medios y fines: políticos, económicos y sociales. Bogotá : Desde Abajo.
Zavaleta-Mercado, R. (2009). El Estado en América Latina. En R. Zavaleta-Mercado, La autodeterminación de las masas (págs. 321-355). Bogotá D.C.: CLACSO - Siglo del Hombre.
Trabajos significativos del autor
Esquema de la Economía Colombiana (1938)
Pasado y presente del indio (1939)
Régimen cooperativo y economía latinoamericana (1944)
Bases de la economía contemporánea (1984)
Problemas de la nación colombiana (1949)
La rebelión de los pueblos débiles (1950)
Regímenes indígenas de salariado (1953)
Gaitán y el problema de la revolución colombiana (1955)
Estructura básica del financiamiento del desarrollo (1956)
La democracia en la teoría y en la práctica (1957)
Colombia: esquema de una república señorial (1959)
Reforma agraria y economía empresarial en América Latina (1967)
Dinámica de las reformas agrarias en América Latina (1972)
La estructura del atraso en América Latina (1968)
Las cooperativas en las reformas agrarias en América Latina (1969)
Reforma agraria y dominación social en América Latina (1970)
Atraso y dependencia en América Latina (1972)
Dialéctica de la democracia (1972)
Sociología de la reforma agraria en América Latina (1973)
Una vía socialista para América Latina (1973)
Dinámica de la población y estructura agraria de América Latina (1973)
Cooperación agraria y estrategias de desarrollo (1976)
Reforma agraria y modernización agrícola en América Central (1978);
El proceso histórico latinoamericano (1979)
El nuevo problema agrario en América Latina (1980)
Desarrollo agrario en América Latina (1981)
Reforma agraria y desarrollo capitalista en América Latina (1981)
Los comuneros 1971-1981 (1981)
Modelos operacionales de reforma agraria y desarrollo rural en América Latina (1982)
La crisis de la universidad (1985)
De la rebelión a la organización de los pueblos débiles (1995)
¿Comunicación para la dependencia o para el desarrollo? (1980)