Glissant, Édouard

Carlos Aguirre Aguirre

Las resonancias literarias y estéticas dentro del Caribe antillano tienen una expresión particular en la obra del filósofo, poeta y ensayista Édouard Glissant (1928-2011). Considerando el sinnúmero de registros, referencias y autores retomados por Glissant para idear las categorías que componen su obra —identidad-rizoma, créolisation, Todo-Mundo, Caos-mundo, pensamiento archipelágico—, en su trabajo resulta transversal la inquietud por alzar una crítica del colonialismo moderno en la que la lengua, la escritura, los dispositivos estéticos y la Historia operan como partes de un constelación amplia de problemas, que confluyen para argumentar una cuestión principal: la Relación entre culturas. 

Glissant nace en Martinica el 21 de septiembre de 1928. Hasta los nueve años lleva el nombre de Mathieu Godard (apellido materno), que es cambiado por Mathieu Édouard Glissant después de que su padre lo reconoce formalmente. Nombrar es ordenar una filiación, pero en Martinica, donde los nombres y apellidos tienen una genealogía posible de rastrear en los dueños de esclavos, nombrar(se) también es parodiar, vulnerar, singularizar y resignificar el sentido hegemónico de las identificaciones coloniales. Como indica recientemente uno de los biógrafos de Glissant, François Noudelmann, el nombre del escritor “es ciertamente importante para él, pero le gusta que se dirijan a él de maneras diferentes, como si hubiera adquirido varias identidades por proximidad: cada lugar lo cambia, cada encuentro es un bautismo efímero.” (2018: 24). La niñez de Glissant refleja la experiencia inicial de todo escritor caribeño que se mueve en el vaivén de múltiples identificaciones y ecosistemas naturales de la islas y los archipiélagos —la salinidad del mar, los mangles, los monumentos y los volcanes—.

En Lamentin, centro urbano de Martinica, Glissant realiza sus estudios primarios, donde se le prohíbe hablar en creol, y en 1938 se traslada gracias una beca al Instituto Schœlcher de Fort-de-France para continuar sus estudios secundarios. Ahí toma contacto con un profesor del cual había escuchado hablar: Aimé Césaire. Glissant, al igual que Frantz Fanon, se ven influenciados en los años ‘40 por la poesía de la négritude, cuyo principal espacio de difusión es la revista Tropiques, fundada por Aimé y Suzanne Césaire, René Menil y Georges Gratiant, aunque es el poema Cahier d’un retour au pays natal de Aimé Césaire el trabajo que impacta profundamente a toda la generación joven de escritores y activistas martiniqueses. Bajo el cobijo de la poesía de la négritude, que tanto Fanon como Glissant leen y revisan críticamente en sus obras posteriores, participa en 1945 de la campaña de Césaire para alcalde de Fort-de-France y diputado por Martinica en la Asamblea Nacional Francesa, en representación del Partido Comunista Francés (PCF).

La primera mitad de la década del ‘40 resulta, entonces, decisiva en la formación intelectual de Glissant, pues de la mano de Césaire conoce no solo el significado político-cultural de la négritude caribeña dentro de una sociedad normada por la ideología colonialista, sino también a escritores que son claves en su teoría de la Relación: Stéphane Mallarmé, el Conde de Lautréamont, Alejo Carpentier y Michel Leiris, entre otros. En 1946 Glissant obtiene una beca para seguir sus estudios superiores en París, Francia. Similar a la situación de muchos jóvenes antillanos que se trasladan a la metrópolis colonial con el fin de formarse profesionalmente —como Césaire y Fanon—, esto no impide que Glissant elabore una poesía capaz de convertirse en una fuente de energía crítica de la colonización. De esta forma, el problema de la alienación antillana aparece en los primeros trabajos de Glissant en contrapunto con una explícita afirmación del sentido apocalíptico y creativo de la geología caribeña. En Un champ d'îles, poemario escrito 1949 y publicado en 1952, se lee: “He aquí el comienzo de esta arcilla en el calor del corazón, que se mueve; un regalo de islas que combinan, ¡oh tú! Entre ellos soñando tu rostro (hermoso, tan hermoso). Nadie puede decir si es el oleaje de los caminos lo que trae de vuelta el dolor, o si, desde esta noche de soledades y mareas, es puro asilo lo que se estrella en un pedernal” (Glissant, 1965: 10). El paisaje caribeño es una fuerza de variadas combinatorias que se distancian de toda imagen cerrada y esencialista de las Antillas. De ahí que el proceso de la alienación antillana, siguiendo los poemas de Glissant, se enuncia en la construcción de imágenes que se contraponen: la del Caribe idílico del conquistador y la del Caribe poblado de las islas, dolores y huellas que se mezclan con la imprevisibilidad de la naturaleza. 

Estas inclinaciones e inquietudes estéticas se advierten también en trabajos posteriores de Glissant: Découverte et conception du monde dans la poésie contemporaine y Soleil de la consience. El primero es su tesis de licenciatura en filosofía dirigida por Jean Wahl mientras Glissant cursaba estudios superiores en etnología, y el segundo es una reunión de ensayos publicada en 1956. En Découverte et conception… Glissant escribe que la poesía “redescubre con bastante naturalidad otra ambición que pudo haber abandonado durante su evolución anterior, la de ser un medio de conocimiento” (s/n). Si la extensión poética poco a poco se convierte en un arma epistemológica de lo múltiple, de los fragmentos y las huellas transculturales ahogadas por la Historia occidental, Soleil de la consience, por su parte, narra el pasaje trasatlántico del escritor caribeño, con un lenguaje poético de destellos fenomenológicos que da lugar a un Yo que dialoga con los circundante, moviéndose en distintas geografías y estados de ánimo. Escribe Glissant: “Conocer de forma muy concreta los pueblos y su conciencia popular desemboca en el conocimiento de lo universal. Pero lo universal dejó de obsesionarnos. Así discurre Unidad, y nutre al hombre”, se lee en Soleil de la consience (Glissant, 2004: 81). El narrador de este libro es un sujeto diasporizado con una lengua que va al encuentro con el Otro sin las nociones preconcebidas de Ser, Historia y humanidad. 

Si bien los procesos de intercambios, cruces y conflictividades culturales entre el espacio global y local son partes de la agenda teórica de la crítica poscolonial, Glissant desde antes dirige su atención a la reunión lingüística y subjetiva de distintos grupos en un imaginario futuro que rechaza cualquier clausura epistemológica de Occidente. El concepto de Relación da cuenta, entonces, de un intervalo, un tránsito, similar al entre teorizado por Jacques Derrida, cuya intención es abrazar el sentido lingüístico de lo múltiple. En la novela La Lézarde (1958) y el conjunto de textos que se publican hasta fines de la década del ‘50 en la revista dirigida por Maurice Nadeau, Les Lettres nouvelles, la Relación aparece como el sostén epistémico de una escritura que pesquisa el carácter compuesto de todas las culturas, y guiada por un sentido anticolonial de la práctica filosófico-literaria. 

El hecho de que Glissant participe del Manifeste des 121 por la independencia de Argelia y sea parte del Frente Antillano-Guyanés en 1961 es muestra de un intelectual que se compromete con los proceso de descolonización, algo que sobresale en aquellos años como estrategia política de muchos escritores. Sin embargo, tanto su obra de teatro Monsieur Toussain (1961), como la novela Le Quatrième Siècle (1964), no reflejan una demanda por recuperar un origen perdido, o la reparación de una filiación ontológica por la vía de la descolonización, sino, más bien, testifican que el Caribe Antillano, con sus historias, memorias y lenguas, es producto del caos y la mezcla: la intersección imprevisible entre lo “viejo” y lo “nuevo, entre lo “antaño” y lo “actual”, como marca de una descolonización en ciernes. 

A diferencia de los teóricos del melting-pot, Glissant, bien se muestra en los ensayos de L’Intention poétique (1969), insiste en que la relación (aún con minúscula) vehiculiza la extensión de un fragmento, de lo minúsculo, de lo sublimado por la retórica de la Conquista. En un sentido amplio, la filosofía de la Relación que poco a poco se profundiza en L’Intention poétique es un pensamiento bifurcado por abrazar una nueva totalidad, o un todo no-totalitario, que perfectamente se puede traducir en una lucha por el sentido poético de los vínculos culturales a nivel global. Dice Glissant: “Ya no hay profundidad que explorar (ninguna estructura que rastrear, ninguna pendiente que despejar, ninguna comunicación que cifrar) excepto el todo. ¿Qué es nuevo, y por ende, totalidad, sino la relación de cada materia con todas las demás?” (Glissant, 1969: 16). La proyección de un identidad por sobre otras, incluso cuando estás últimas resultan forcluidas, implica generar contrastes donde el todo-totalitario se quiebra desde los diversos fragmentos. La idea del “fragmento”, presente con anterioridad en el marxismo heterodoxo de Walter Benjamin y Theodor Adorno, tiene así en Glissant otra facticidad: la de un Caribe que se arma, desarma y rearma en el Todo-Mundo: característica que implica atravesar la imprevisibilidad poética del mundo entero para así desarmar los controles discursivos y los sedentarismos identitarios. 

El trabajo de Glissant en la segunda mitad de la década de los ‘60 se divide entre la producción escrita y su papel como gestor cultural en Fort-de-France, principalmente a la cabeza del Instituto de Estudios de Martiniqueses. En 1971 funda la revista Acoma, dedicada al análisis de la cultura antillana, y en 1975 publica su novela Malemort. Apreciar los movimientos de la Relación y de la imaginación multilingüe que estos fundan, encuentra una perspectiva metodológica fundamental en el trabajo ensayístico más relevante de Glissant: Le Discours antillais (1981). Se puede indicar que Le Discours… explora el espacio caribeño y americano, deteniéndose en diversa expresiones estético-políticas y retazos históricos, con el fin de reflexionar cómo la heterogénea subjetividad antillana gestada por la Relación puede enfrentar a un colonialismo pleno de vitalidad. Las proclamaciones, ensayos, estudios etnográficos e históricos, y reflexiones culturales que habitan en Le Discours… constituyen entonces la práctica de un pensamiento que se crea a sí mismo, en un registro que toma a la diferencia caribeña como un eje que interroga severamente la universalidad de Occidente. 

Asimismo, el sinnúmero de registros a los que apela Le Discours…, que van desde el barroco de Lautréamont, pasando por la literatura haitiana de Jacques Roumain y la pintura de Roberto Matta, hasta la filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari, no buscan defender una identidad creol de “lo caribeño”, sino expresan, dentro de una estrategia de órdenes epistemológicos, que en el Caribe las representaciones modernas y las asignaciones binarias se entremezclan, enredan y retroalimentan. Con esto se exhibe que efectivamente el reparto simbólico-cultural entre lo Mismo y lo Otro no es más que una lógica imperial de dominación. La Relación, declara Glissant, es penetrar en el vaivén centrifugo de culturas y tiempos que se convierten en imprevisibles dentro del “sentido inédito del establecimiento de las relaciones” (Glissant, 2010: 27). El Otro, la errancia y la opacidad se oponen al mimetismo colonial de las élites metropolitanas y de las aristocracias békés cómplices de lo Uno y, en materia ontológica, de lo inmóvil del Ser. El Otro para Glissant, en efecto, es una afirmación de todo lo sublimado por un imperialismo cultural que prohíbe que los componentes de la Relación irradien en múltiples direcciones: Otro incomprensible, imprevisible y caótico que es se abre hacia la invención de lo multilingüe.  

 A partir de lo anterior, Glissant comienza a utilizar diferentes antonimias para dotar de densidad dialéctica a la totalidad del Todo-Mundo: “Mismo/Diverso”, “Uno/Otro”, “pensamiento de sistema/pensamiento archipelágico”, etc. Con esto, resulta legítimo preguntarse: ¿Cómo la noción del Todo-Mundo no deviene en una nueva totalización que cercena las diferencias? Lo Mismo, dice Glissant, “requiere del Ser [y] comenzó con la rapiña expansionista de Occidente” (2010: 182). La facticidad caribeña, donde el fragmento se revela como parte de una unidad mayor —la unidad submarina de la que habla Kamau Brathwaite o la vasija quebrada con la que Derek Walcott alegoriza el arte caribeño—, permite, en su historia poblada de huellas, alcanzar una totalidad en devenir; una figura analítica cuya propiedad no es la de la idealidad hegeliana del Uno, sino es una multiplicidad que, pese a ser sublimada, todo el tiempo se retroalimenta con diversas lógicas significantes. El Todo-Mundo, como consecuencia, lleva una verdad intrínseca: no es un mero instrumento o medio de la Relación. Es, en cambio, expresión imprevisible de una totalidad que constantemente se resignifica en la imaginación futura, en un fluir inquieto, sin por esto alcanzar una síntesis. En este aspecto, el proyecto de Glissant se puede contactar con la teorización de la totalidad que aparece en lectura de George Lukács, por lo menos en lo referido a las diversas mediaciones que se constituyen dentro de un todo histórico-social.

En mismo periodo de la publicación de Le Discours… Glissant se convierte en director de El Correo de la UNESCO, donde promueve diversos números sobre el barroco americano y el colonialismo en el Caribe.  A fines de los ‘80 renuncia a su cargo como director de El Correo de la UNESCO para trasladarse a la Universidad de Lousiana, en Baton Rouge, con el cargo de profesor distinguido, y se publica el Eloge de la créolité (1989) de Jean Bernabé, Raphaël Confiant y Patrick Chamoiseau. Su trabajo en Estados Unidos le permite un contacto más profundo con la obra de William Faulkner, el cual tendrá como principal resultado la publicación del extenso ensayo Faulkner, Mississippi en 1996. Acerca de Eloge de la créolité, este detona una profunda discusión acerca de los fundamentos de la créolisation y la antillanité. Glissant termina detectando que la créolité de Bernabé, Confiant y Chamoiseau no escapa de un sesgo esencialista e integracionista. 

Con posterioridad, Poétique de la Relation (1990) profundiza los principales problemas reflexionados en Le Discours…. Entre estos, mostrar las cualidades de lo movimientos centrífugos de la identidad-rizoma se transforma en un momento en el que Glissant ahonda sus complicidades teóricas con Deleuze y Guattari. Poétique de la Relation avanza en dos pliegues de la intranquilidad nómade, ya que analiza cómo los procesos coloniales, tanto en las Antillas como en otras zonas del mundo, vehiculizan un nomadismo invasor, en flecha, que instaura una identidad estática, contraria a la identidad-rizoma que se puede detectar en el nomadismo de las comunidades arawak del Caribe. Leyendo a Glissant, “el pensamiento de la errancia y la totalidad (relacional y dialéctico) (…) se desprenden sordamente de la desestructuración de las compactaciones nacionales” (2019: 52). La búsqueda de un encuentro con el Otro —ni metafísico ni esencial— implica la metabolización de un imaginario relacional que potencia un nomadismo rizomático, que es más visibles en el Caribe por la diáspora y el exilio, y funda un pensamiento de la errancia, que es caótico, irregular, híbrido y diverso. En esto resuenan los “procesos creadores” de la caosmosis advertidos por Guattari (1996: 137).

A la trama del Todo-Mundo Glissant le asigna un lugar especial en las conferencias y entrevistas recogidas en Introduction à une poétique du Divers (1996), y en el ensayo Traité du Tout-Monde (1997). En estos trabajos el umbral decisivo de la estructuración del Todo-Mundo no solo es una oposición fluida a la poéticas del Ser, identificada cultural y epistemológicamente en el “pensamiento de sistema” o “pensamiento continental”, sino también, germina en la pluralidad de discursos interconectados y diferenciados en sus particularidades. El choque incesante entre lenguas y discursos potencia momentos de créolisation que se vuelven extensivos hacia distintos espacios que fracturan las arquitecturas identitarias clásicas. De esta forma, Glissant avanza en un cuestionamiento de las nociones tradicionales del mestizaje, desde la conceptualización de un Caos-mundo en el que los tiempos son inmediatos y las relaciones impredecibles. 

Esta última teorización acerca del caos tiene un aditivo no menor que guarda vínculo con la relectura que Glissant hace de la Tesis XI de Karl Marx en sus Tesis sobre Feuerbach: “No se trata —expone Glissant —ya de soñar el mundo, sino de intervenir” (2002: 58). ¿A qué se refiere el martiniqués con “intervenir”? ¿Acaso “intervenir” es también “transformar” la praxis revolucionaria en el marco de un caos no mecanizado por una cultura soberana y única? Nuevamente Glissant en Traité du Tout-Monde insiste en el problema del tiempo caótico recurriendo a la totalidad no-totalitaria, no fija, del Todo-mundo. Acá se puede leer que “intervenir” es volver al drama de la colonización en otro tiempo, espacio y forma, dejando de lado las reivindicaciones nacionalista; algo que lo distancia de Fanon. Glissant comprende que desde la “intervención” se alza un imaginario nuevo, que se inventa y cataliza en estallidos transculturales difíciles de entender a primera vista. Las fracturas y rupturas son, asimismo, procesos en ciernes que fluyen de forma difractada en una totalidad que se alza no a favor de algún universal, sino de la Relación.

Retomando estas propuestas, en La cohée du Lamentin (2005) Glissant propone el concepto de mundialidad en oposición a la globalización trasnacional capitalista y a la estandarización de las multinacionales. Luego de este trabajo, junto a Chamoiseau escribe De loin… Lettre ouverte au ministre de l’Intérieur de la République française, à l’occasion de sa visite en Martinique (2005), manifiesto-ensayo en el que rechazan la visita a Martinica de Nicolás Sarkozy, en ese entonces Ministro del Interior de Francia caracterizado por sus políticas antimigratorias. La amenaza poscolonial que corre sobre la ebullición relacional de las culturas no deja de ser una inquietud para Glissant. Por eso que Une nouvelle région du monde.  Esthétique I (2006) y Philosophie de la Relation. Poésie en étendue (2009) construyen una constelación teórico-poética en la que las imágenes marinas, los océanos, el Atlántico y los archipiélagos fundan una orquesta de aperturas irremediables; zonas de contacto en las que “acumulamos visible e irreductiblemente el presente sobre el pasado” (Glissant, 2006: 157). El Caribe, pasaje de la colonialidad, espacio de ribetes trágicos y caóticos, reunión de ecosistemas híbridos y ritmos contaminados, vuelve a aparecer en la profusión de sus fragmentos submarinos, ordenados, paradójicamente, por lo múltiple, en tanto modelo revelador de invención semiótica. Las construcciones transculturales están sujetas, en efecto, a un juego discontinuo entre Historia, tiempo y poder, donde la lengua archipelágica, es decir, esa que se abre en-porvenir, no es más que expresión de una apertura movediza e intranquila que descentra los pensamientos continentales que cercenan la diferencia. Tal diferencia se mueve al ritmo de los archipiélagos, como si estos fueran para Glissant lugares, dentro de muchos, que tienen el poder de advertir un futuro multilingüe y contingente. 

Los conceptos de Relación, Todo-Mundo, Caos-mundo e identidad-rizoma, por solo nombrar unos pocos, tienen hasta el día de hoy una enorme influencia en los estudios acerca de la literatura centroamericana y caribeña. El impacto de tales categorías dentro la teoría crítica latinoamericana no es el mismo, y recientemente Glissant es un pensador retomado por la teoría poscolonial y el giro decolonial latinoamericano. Con todo, la extensa obra de Glissant otorga claves de análisis y lectura para reflexionar las relaciones intersticiales que quebrantan los binarismos identitarios instituidos por la colonialidad del poder.  Finalmente, después de retomar la escritura de novelas y poesía, Glissant fallece el 3 de febrero del 2011 en París y es enterrado en Martinica.  

Bibliografía:

Glissant, É. (1952). Un champ d’îles. París: Instance.

Glissant, É. (1956). Découverte et conception du monde dans la poésie contemporaine. Extraits de textes manuscrits. París: Fondo Glissant, archivos y manuscritos, Biblioteca Nacional de Francia. Cita extraída de: https://mondesfrancophones.com/mondes-caribeens/edouard-glissant-et-la-poesie-en-etendue-archeologie-dune-notion/  

Glissant, É. (1956). Soleil de la conscience. París: Editions Falaize.

Glissant, É. (1958). La Lézarde.  París: Editions du Seuil. 

Glissant, É. (1961). Monsieur Toussaint. París: Gallimard.

Glissant, É. (1964). Le Quatrième Siècle. París: Editions du Seuil. 

Glissant, É. (1969). L’Intention poétique. París: Editions du Seuil.

Glissant, É. (1981). Le Discours antillais. París: Editions du Seuil. 

Glissant, É. (1990). Poétique de la Relation. París: Gallimard.

Glissant, É. (1996). Faulkner, Mississipi. París: Stock. 

Glissant, É. (1996). Introduction à une poétique du Divers. París: Gallimard.

Glissant, É. (1997). Traité du Tout-Monde, Poétique IV. París: Gallimard.

Glissant, É. (2005) La cohée du LamentinPoétique V. París: Gallimard.

Glissant, É. (2006). Une nouvelle région du mondeEsthétique I. París: Gallimard.

Glissant, É. (2009). Philosophie de la Relation. Poésie en étendue. París: Gallimard. 

Glissant, É. y Chamoiseau, P. (2009) Manifeste pour les “produits” de haute nécessité. París: Editions Galaade / Institut du Tout-monde.

Guattari, F. (1992). Caosmosis. París: Galilée. 

Lukács. G. (1993). Geschichte und Klassenbewußtsein. Berlín: Malik. 

Noudelmann, F. (2018). Édouard Glissant - L’identité généreuse. París: Editions Flammarion.